No soy una persona que corra con el coche y es raro que rebase los límites de velocidad. Pero jamás se me habría ocurrido ir a semejante velocidad por una autopista. Pero algún secreto debía saber esa gente para querer circular a esas velocidades así que, al salir del trabajo y regresar a mi hogar, me propuse ponerme en su lugar. Hice el camino de vuelta a 75 u 80 km/h y entonces comprendí... TRANQUILIDAD, RELAX.
A la mañana siguiente lo preparé mejor. Me llevé buena música y calculé el tiempo extra que me llevaría llegar a mi destino. A la velocidad máxima de 120 Km/h con tramos de 100 Km/h podría llegar en 23 minutos, curiosamente me salía menos tiempo del que en realidad tardaba a diario circulando a esas velocidades. A 75 Km/h se supone que tardaría 29 minutos, me disponía a comprobarlo. Puse a cero el contador electrónico de km del vehículo para ajustar al máximo mis cálculos y también el de gasto de combustible pues sabía que circular más despacio puede suponer un ahorro de combustible y quería cuantificar también esto; habitualmente gasto 6,2 litros por cada 100 km. El primer día no ocurrió nada especial, simplemente conducía a gusto por primera vez en mucho tiempo. ¿Os acordáis del anuncio aquél de "te gusta conducir"? pues esa sensación tenía en el cuerpo. Dos días (cuatro trayectos) después caí en la cuenta... Estaba consumiendo 5,4 litros cada cien kilómetros y en apenas una semana ya había conseguido reducirlo a 5,1 litros, lo que supone una media de un litro de combustible ahorrado por cada cien kilómetros. Es decir, ahora podía llegar a recorrer cerca de 1060 kilómetros con un depósito frente a los 890 raspados que solía hacer antes. 170 kilómetros adicionales con el mismo gasto.
Entonces caí en la cuenta de que aquél chaval quizá sonreía por estar disfrutando de la carretera mientras oía su música preferida o porque, como yo desde aquel día, iba mirando su consumo medio de combustible acordándose de lo que gastaba antes, o quizá porque ahora, al llenar el depósito, era consciente de lo que iba a ahorrarse y por ende de lo que iban a dejar de ganar a su costa en las gasolineras.
PD: Llevo casi tres meses conduciendo así. Ni un disgusto, ni un problema, ni una mañana de mal humor y lo que es mejor, con la satisfacción de saber que ahora me van a sablear un poco menos cada vez que lleno el depósito. Llevo ahorrados aproximadamente 49 euros en estos tres meses, y terminaré el año con unos 200 eurillos más en mi bolsillo, para algún capricho...
¡Pásalo!
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